miércoles, 13 de marzo de 2013

CUENTO MARAVILLOSO


EL PRÍNCIPE Y LA MESITA MÁGICA
Érase una vez, un príncipe al que le gustaba mucho ir a caminar por el bosque. Una mañana decidió no salir a pasear y quedarse en su castillo porque estaba cansado de hacer lo mismo todos los días. Decidió que el paseo lo daría por dentro del castillo, ya que había algunos lugares donde nunca le habían dejado entrar. Paseó por los jardines y recorrió todas las grandes habitaciones: salones, comedores, dormitorios,… hasta llegar a una puerta cerrada que nunca había visto. El príncipe, aún sabiendo que le podían castigar por entrar en ella, decidió abrirla y explorar qué podía haber dentro. Al entrar, se dio cuenta de que era una habitación muy oscura pues no tenía ninguna ventana, y solo había un viejo armario medio roto y una mesita con dos cajones a cada lado. El príncipe miró dentro del armario, pero estaba vacío. E intentó abrir los cajones de la mesita pero le resultó inútil ya que se necesitaba una llave para abrirlos. Ya que estaba a punto de salir de la habitación escuchó algo que lo llamaba: -¡príncipe!, ¡príncipe!-. Él, sorprendido se giró y casi se cae al comprobar que quien hablaba era la mesita. – Si quieres abrirme y saber qué es lo que guardo tendrás que hacerme un favor; debes traerme tres objetos que se encuentran dentro del castillo: la espada de tu padre, la corona de tu madre y un objeto que te sea muy querido y que deberás elegir sabiamente-. El príncipe quería negarse, pues no estaba dispuesto a robar a sus padres por saber qué contenía la mesita. – Jamás robaría a mis padres-, dijo el príncipe, pero la mesita le contestó- si me traes esos objetos te aseguro que podrás vivir las mejores aventuras con las que siempre soñaste­-. El príncipe decidió hacer caso a la petición de la mesita y, con mucho pesar, cogió los objetos que la mesita le había pedido. Cuando se los entregó la mesita le dijo: - Aún falta el objeto que te sea más preciado y que me tendrás que entregar junto con estos dos-. Después de mucho pensar, el príncipe decidió entregarle un anillo que sus padres le habían regalado por su cumpleaños. La mesita satisfecha hizo que apareciera en la habitación una pequeña llave y dijo: - abre una de las puertas y saca el objeto que haya-. -¿Sólo una?- dijo él. –Sí, solo puedes abrir una, elige sabiamente-. El príncipe, después de pensarlo mucho, decidió abrir la puerta de la derecha. Cuando la abrió vio un objeto envuelto en una sábana, lo saco de su envoltorio y lo contempló. Era un escudo fuerte de hierro bañado en plata y con los bordes dorados. Al príncipe le gustó mucho pero no sabía lo que debía hacer con él. – Este escudo te servirá muy bien para la misión que debes cumplir-. -¿Cuál es mi misión?- preguntó el príncipe. – Deberás viajar al otro lado del reino y buscar la flor de la Estrella Ílean que se encuentra en el pico más alto de la montaña del Gran Reino del Sur- El príncipe le respondió- ¿Cómo la encontraré?, nunca he salido de mi reino y he oído que todo hombre que ha intentado llegar nunca ha regresado-.  – Tú sí regresarás, porque contarás con herramientas fuertes que ningún otro llevó-. Después de decir estas palabras ocurrió algo maravilloso: el armario desapareció de la habitación, la corona se convirtió en una armadura y su anillo en un cuchillo de marfil. La mesita le explicó lo sucedido: - Yo he hecho que estos objetos se transformen para que te ayuden en tu camino; cada uno tiene su utilidad y tú deberás dársela cuando llegue el momento-. - ¿Dónde está el armario?- preguntó el príncipe. – cuando salgas a los jardines tendrás a alguien que te acompañará en este viaje. Espero que regreses sano y salvo junto con la flor. Buena suerte-. El príncipe salió al jardín y se llevó una gran sorpresa al ver a un caballo blanco precioso esperándolo en la puerta del castillo. El príncipe se subió a lomos del caballo y emprendió su viaje. A mitad del camino se encontró con un hombre y se bajó del caballo para pedirle indicaciones para ir a la montaña del Gran Reino del Sur. El hombre le dijo: - la clave para encontrar la montaña está en tres objetivos que deberás cumplir. Deberás atravesar el bosque de las espigas verdes, pasar el acantilado solitario y, por último, vencer a Woolf-. El príncipe sorprendido le preguntó: -¿Quién es Woolf?-. El hombre rápidamente le contestó: - Es el dragón que custodia la montaña, si lo vences podrás coger la flor y regresar a tu castillo-. El príncipe le da las gracias al hombre y emprende de nuevo su camino. No tarda mucho en llegar al bosque de las espigas. Es un bosque poblado de espigas con grandes espinas por donde es imposible cruzar. Entonces recordó lo que la mesita le dijo, que si utilizaba sabiamente los materiales que tenía, conseguiría cumplir su misión. El príncipe cogió la espada de su padre y comenzó a partir las grandes espigas que rodeaban el bosque. Viendo que su táctica daba resultado, cortó todas las ramas hasta ver que el hueco del camino para poder continuar se abría. Continuó caminando hasta llegar al gran acantilado. Era enorme y no había camino en tierra para llegar a la montaña, tenía que continuar su camino por ahí. Estaba claro que con el caballo no podía continuar así que se dispuso a tirarse él solo y sin ayuda, pero una voz resonó diciendo: -Utiliza las herramientas sabiamente-. Entonces sucedió algo extraño: el caballo cambió de forma y se convirtió en una pequeña barca sólida y perfecta para él, pero le faltaban unos remos para poder desplazarse así que se quitó las armaduras que le protegían los brazos para usarlas de remo. El príncipe se subió en la barca y se desplazó por el acantilado. A mitad del camino, la barca golpeó contra una roca y se hizo un agujero por el que entraba el agua. El príncipe rápidamente pensó en qué poner para tapar el agujero, entonces pensó en su escudo y lo utilizó sin pensar. Pronto llegó al final del camino, la barca volvió a transformarse en el caballo y el príncipe se colocó de nuevo la armadura. No se dio cuenta de que se encontraba al pie de la montaña. El príncipe dejó a su caballo abajo y comenzó a escalar hasta llegar al pico de la montaña donde se encontraba la flor. El príncipe intentó cogerla pero pronto apareció Woolf el dragón.  El dragón escupía fuego y movía la cola para intentar tirar al príncipe. Cuando la batalla parecía perdida, el príncipe recordó el cuchillo de marfil que la mesita le había proporcionado. Lo sacó del bolsillo y se lo clavó al dragón. El dragón se evaporó de momento y el príncipe consiguió coger la flor. Rápidamente regresó a su castillo y lo primero que hizo fue ir a buscar a sus padres y contarle la aventura que había vivido. Los reyes sorprendidos le contaron la historia de la flor que era que tenía el don de transformar en humano cualquier objeto. Al contar el príncipe lo ocurrido, los tres fueron a la habitación y depositaron la flor sobre la mesita. Esta se iluminó y, de forma inmediata se transformó en una preciosa princesa que llevaba muchos años convertida en mueble por el hechizo de una bruja. La princesa para agradecer al príncipe haberla salvado aceptó casarse con él. Los dos se casaron y vivieron en un castillo muy bonito y  felices para siempre.

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